

Por: Silvina Ripoli
Este importante evento ha sido organizado por ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina), bajo la presidencia de Christian Hooft, una organización que promueve la unidad y el compromiso de las iglesias evangélicas en nuestro país. La iglesia, como institución moral y ética, ha desempeñado un papel crucial en la formación de valores que guían a los futuros y actuales gobernantes en su labor. La integridad y la idoneidad son pilares fundamentales que deben regir cualquier acción gubernamental. Quienes ocupan posiciones de poder deben mantenerse firmes ante la seducción del mismo, evitando caer en prácticas que comprometan su vocación de servicio y que dañan a la sociedad.
En la imagen, el pastor Jorge Sennewald
El pastor Rafael Pedace nos recuerda un principio esencial en la lucha contra la corrupción: "No torcerás la Justicia; no harás acepción de personas, ni tomarás soborno, porque el soborno ciega los ojos del sabio y pervierte las palabras del justo". Esta advertencia subraya la importancia de mantener una postura ética y moral en todas las decisiones políticas. Rechazar cualquier forma de corrupción es vital para preservar la confianza pública y proteger el verdadero propósito del servicio.
El poder del acuerdo, basado en principios sólidos y en el respeto a la dignidad humana, se convierte en una herramienta esencial para construir sociedades más justas y equitativas. La colaboración entre el Gobierno y la Iglesia no solo fortalece la cohesión social, sino que también promueve políticas públicas que reflejan los verdaderos intereses del pueblo.
La historia ha demostrado que cuando los líderes políticos se alinean con los valores éticos promovidos por la iglesia, se generan cambios significativos en las comunidades. Iniciativas conjuntas han llevado a mejoras en educación, salud y servicios sociales, mostrando que el verdadero poder reside en trabajar para el bienestar común.
Es momento de repensar el papel de la iglesia en el ámbito gubernamental. En lugar de verla como un ente ajeno o conflictivo desde la vereda de la política, es fundamental reconocerla como un aliado estratégico en la promoción de una gobernanza basada en principios. Solo así podremos avanzar hacia un futuro donde la Justicia, la verdad y el amor al prójimo sean las bases sobre las cuales edifiquemos nuestras sociedades.
El llamado es claro: gobernar con principios implica un compromiso real con los valores que trascienden el tiempo y las circunstancias. Al buscar al poderoso y no al poder, estamos invitando a Dios a ser parte activa de nuestras decisiones, asegurando que cada acción esté impregnada de propósito y significado.
La iglesia tiene mucho que ofrecer al diálogo político, su voz puede ser un faro de esperanza en tiempos oscuros. Es hora de escucharla y permitirle influir positivamente en la construcción del futuro que todos deseamos.
La Dra. Silvina Ripoli y el pastor y empresario, Rafael Pedace
Dra. Silvina Ripoli (abogada con orientación penal, mediadora prejudicial y experta en derechos del consumidor)