

"Si bien el establecimiento y la expansión de un sistema de transferencias sociales y de mecanismos de protección social pueden considerarse como la construcción de muros sólidos de una infraestructura para la reducción de la pobreza, tal sistema se ha erigido sobre arenas movedizas: desequilibrios macroeconómicos, una política fiscal insostenible, incentivos distorsivos para la inversión y la generación de empleo, y una mala asignación de los recursos productivos", detalló el informe llevado a cabo por el Banco Mundial.
En este sentido, la autora de dicho relevamiento de datos y economista senior de la entidad, Lourdes Rodríguez Chamussy sostuvo que "Argentina presenta el paradójico caso de una persistencia de la pobreza aún cuando cuenta con buenos programas y políticas públicas que están orientados a reducirla". Y añadió: "Aún en momentos de crecimiento económicos, la pobreza no descendió de un piso de 25%".
Por otra parte, en el escrito se enfatiza en "las cuatro trampas de la pobreza", mencionando como tales a "la inflación y el desequilibrio fiscal; la desigualdad generacional y regional; la informalidad laboral; y el impacto del cambio climático". Sin embargo, Rodríguez Chamussy consideró que "el eje fundamental para reducirla, será promover un crecimiento sostenible e inclusivo que permita fortalecer la capacidad de generación del ingreso de los hogares". Y completó: "Asimismo, un punto de partida vital será la estabilización macroeconómica y el énfasis en la reducción de la inflación".
Pero más allá de todo, desde el Banco Mundial se mostraron optimistas ante la situación económica en Argentina y estimaron que "a partir de la baja de la inflación y de la recuperación del salario, en el tercer trimestre el índice de pobreza en el país será inferior al 50%".