

Una multitud de vecinos marcharon desde el local ubicado sobre Avenida de Mayo y esquina Alvarado -donde se produjo el asesinato- hacía la comisaría 2° para pedir justicia por Roberto Sabo y para exigir por la presencia del ministro de Seguridad Sergio Berni y del intendente Fernando Espinoza.
Cuando los asistentes a la movilización llegaron a la comisaría se encontraron con un triple vallado policial y con gases lacrimógenos que utilizó la policía para reprimir. Pese a los intentos, los vecinos se hicieron escuchar al grito de “que se vayan todos”, como claro signo de hartazgo.
Pero las cosas tomaron mayor tensión con la presencia de Berni en la comisaría ya que, ni bien lo visualizaron, los manifestantes lo increparon duramente y, como había pasado en el inicio de la marcha, hubo forcejeos y gases lacrimógenos por parte de los agentes policiales. Tras lo sucedido, el ministro explicó el accionar: “¿Por qué tuvimos que actuar así con los gases lacrimógenos? Porque tengo 30 detenidos (en la seccional). Si llegan a prender fuego la comisaría, calcinan a 30 detenidos”.
Después de que Pedro Sabo, el padre del quiosquero asesinado, le agradeciera a Cristina Fernández de Kirchner y a Alberto Fernández por “largar chorros”, uno de los hijos de la víctima confesó que, tras lo ocurrido, quiere irse “del país”.