

La cumbre venía siendo negociada por las delegaciones. En ese marco, Estados Unidos dijo que renunciaba a las sanciones originales establecidas para la empresa Nord Stream 2 AG, medida saludada por Rusia como un alivio de tensiones. Sin embargo, las complicaciones surgen en varios frentes de la relación, marcada por las acusaciones de espionaje y ataques cibernéticos.
Decidido a romper con lo que muchos consideraron como una relación deferente entre Trump y Vladimir Putin, Joe Biden calificó en el inicio de su gobierno al líder ruso de “asesino”. Además, Washington y Moscú se impusieron sanciones mutuamente, en una dinámica de ojo por ojo.
Pero la Casa Blanca insiste en que su política exterior es muy pragmática y está abierta a encontrar puntos de contacto incluso con sus peores enemigos cuando se trate de asuntos de interés estadounidense, como el cambio climático o el desarme.
La cumbre ocurrirá al final de lo que será el primer viaje al extranjero de Biden como presidente: una gira por Europa que incluirá una escala en Reino Unido para una cumbre del Grupo de los Siete y una en Bruselas para visitar la sede de la OTAN.
La administración Biden solicitó la cumbre el mes pasado luego que Rusia concentró fuerzas en su frontera con Ucrania y que fue acusada de participar en el hackeo de SolarWinds, de ofrecer dinero a cambio de matar a soldados estadounidenses en Afganistán, y de intentar matar y luego encarcelar al líder opositor Alexei Navalny.