martes 30 de abril de 2024 - Edición Nº1973

Actualidad | 16 ene 2021

La confitería del Molino se prepara para reabrir sus puertas luego de varios años

Uno de los emblemas del Art Nouveau de Argentina, la confitería del Molino, está cerca de reabrir sus puertas con el mismo esplendor del siglo pasado, luego de una increíble puesta en valor. Por ella pasaron grandes personalidades del arte y la política nacional, cuyos recuerdos perduran en la mayoría de los argentinos.


Luego de varios años de cierre (desde el 1997), la histórica Confiteria del Molino estuvo abandonada y llegó a ser intrusada durante gran parte del siglo XXI. Para el 2014, el lugar se expropió mediante la ley 27.009 y se la transfirió al Congreso de la Nacion, en donde dicha ley tomo posesión en julio del 2018. Desde allí comenzaron las tareas de restauración a través del Plan de Restauracion Integral del Edificio del Molino (RIEM).

La historia del lugar, declarado Patrimonio Historico Nacional, se remonta a finales del 1800, cuando los pasteleros Constantino Rossi y Cayetano Brenna crearon la Confitería del Molino, en homenaje al Lorea, primer molino harinero de la ciudad de Buenos Aires. En 1904 compraron el predio de Rivadavia y Callao, y años más tarde, para homenajear al centenario de la Independencia nacional, convocaron al arquitecto italiano Francesco Terenzio Gianotti para aplicarle el inconfundible estilo que quedó al descubierto.

Durante el aislamiento, las obras continuaron. En forma domiciliaria, 40 especialistas contratados por el Congreso realizaron tareas de fichaje, planos, catalogación del material arqueológico hallado en el edificio y prepararon documentación para licitaciones de obras que están actualmente en curso. El costo estimado de la restauración, hasta el momento, es de unos 100 millones de pesos.

Los 5 pisos de la histórica confitería tienen una reluciente historia. En primer lugar, porque se lo llamó “la Tercera Cámara”, ya que diputados y senadores se daban cita allí para debatir cuestiones partidarias y comer bien. Además, figuras como Niní Marshall y Libertad Lamarque, y autores como Oliverio Girondo y Roberto Arlt eran asiduos clientes. Y hasta Carlos Gardel dejó su sello al pedirle al pastelero Brenna que hiciera un postre en homenaje a su amigo, el jockey Irineo Leguisamo. Un año antes de que la confitería cerrara sus puertas, Madonna (que filmaba Evita en ese momento), grabó en el salón del primer piso el videoclip de una versión de su tema Love don’t live here anymore. En la otra mano, quizás el momento más lamentable de la vasta historia del Molino ocurrió en 1930, cuando en medio del levantamiento militar contra Hipólito Yrigoyen se incendió.

A poco tiempo de su reapertura, los últimos trabajos que se concluyeron fueron los de restauración de la azotea y la Torre cúpula: se recuperaron las teselas, se pintó a la cal su interior, se accionaron las inconfundibles aspas que muestra la cúpula, se replicaron las figuras y ornatos de bronce y se izaron los históricos leones alados, replicados mediante modelización 3D. Al mismo tiempo, se colocaron y retroiluminaron los 8 gajos de vitrales de la torre cúpula. En ellos se utilizaron 25 tipos de vidrios diferentes, con variedad de verdes, azules, amarillos, rojos, rosados, celestes, ambarinos, violetas, y morados.

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