

“Tememos que Argentina esté renunciando a sus científicos y a sus estudiantes de ciencias. Nos preocupa que la dramática devaluación de los presupuestos del CONICET y de las Universidades Nacionales refleja, no sólo una dramática devaluación de la ciencia argentina, sino también una devaluación del pueblo argentino y del futuro de nuestro país”, afirmaron los ganadores de los premios en una carta que estaba dirigida a Javier Milei, al jefe de Gabinete, Nicolás Posse y al presidente del CONICET, Daniel Salomone.
Por su parte, consideraron que “sin una infraestructura para la ciencia, un país desciende a la indefinición y la vulnerabilidad”. Y precisaron: “Sin desarrollar su propia tecnología para avanzar ni capacitar a las personas o desarrollar la infraestructura necesaria para el conocimiento científico y tecnológico de otros a los problemas regionales, nacionales y locales, ¿en qué situación quedaría Argentina?”.
Además de destacar los avances que ha tenido la ciencia argentina en los últimos años y la contribución que ha tenido a lo largo del mundo, sostuvieron que “devaluar y/o cancelar la ciencia argentina ahora sería un grave error”. Y agregaron: “Creemos en el ideal de que los países que invierten en nueva ciencia, compartirán su tecnología y sus beneficios, pero seríamos ingenuos si no comprendiéramos que cualquier país que dependa únicamente de este espíritu comunitario perderá rápidamente su independencia económica”.