viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº1941

Columnistas | 15 oct 2021

Editorial

No dejemos que nos roben la ilusión

Según sostienen los que dicen saber, solamente se puede hacer fraude en una elección hasta en un 4%, no más, claro, después están los países como Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba, con los que queremos alinearnos y en los que está demostrado que puede ser otra cosa o cualquier cosa.


Las maniobras recientes y públicas que se refieren a: la “platita” para comprar votos, al reparto de electrodomésticos, a los viajes de egresados gratuitos para todos, a aumentar el déficit fiscal para volcarlo en la campaña, o regalar vales a los jóvenes para gastarlos en espectáculos, entre otras yerbas, ya es una práctica de fraude. La pregunta es: ¿hasta dónde está dispuesto el oficialismo en maquillar el proceso electoral y dar vuelta el resultado?

Sabemos de las costumbres inescrupulosas del poder, las que utiliza por antojo o para sostenerse, y como una normalidad hace uso de ellas. Ya hemos visto la estafa moral que el actual presidente de la Nación ha realizado en sus propios votantes en la última elección presidencial, mintiéndoles, mostrándose de una manera para ser elegido y obrar diametralmente distinto una vez ocupada la presidencia, como si nada, creyendo que esa es una forma más de hacer política y de hacer campaña, comprando votos con la lengua y con platita, como dicen ahora, engañando a la gente o chantajeando a la pobreza, como hoy o como siempre.

Lo que muchos no tienen en cuenta es que, si destinan $100 para comprarle la dignidad al pueblo, $80 no llegan a destino, desaparecen en la militancia, porque los que militan están para eso, para llevarse lo mejor de la torta, llámese demagogos de barricada o líderes sociales, para tomar para sí la parte más gorda del botín.

Todas las medidoras de opinión hasta el momento dan mayor diferencia a favor de la oposición hoy que las que hubo en las PASO. Algunos dirán que los encuestadores aciertan poco, pero con los números de las primarias sobre la mesa sería torpe errarle, y saben que es prácticamente imposible dar vuelta ese resultado.

Si se logra la derrota del oficialismo a nivel tal de perder significativamente la mayoría en ambas cámaras, pronto veremos condenados a los corruptos que le robaron al pueblo argentino, porque por bien o por mal, la justicia argentina se mueve al termómetro del poder y también al del humor popular, y la gente quiere ver por fin al ladrón preso. A ese por el que muchos han pasado hambre -y siguen pasando- o han cerrado sus negocios, o sus industrias, o han renunciado a sus ilusiones y sus sueños, mientras ellos disfrutaron de todos los privilegios.

El peronismo quedó desde hace casi dos décadas, enredado en la maraña de los Kirchner y ambos hoy no pueden salir de la redes de la realidad, la que, después de casi 80 años, pone al desnudo la gran mentira populista.

Todo aquello que se llame oposición al kirchnerismo, al populismo, al modelo del Socialismo Siglo XXI (Venezuela, Cuba, Nicaragua…), deberá estar muy atento en el escrutinio del 14 de noviembre porque están dispuestos a todo para evitar perder el control sobre el Congreso y exponerse a derrotas por cascada desde las comunas, municipios, gobernaciones y hasta la Nación. No están en juego los poderes ejecutivos, sino quienes deben controlar al mismo y quienes aprobarán las leyes -y cuáles-, con las que la justicia deberá funcionar. Porque no es cierto que debe existir independencia de poderes, sí de funcionamientos, porque todos son dependientes, uno de otros, cada uno de los dos restantes y especialmente los tres, de la mirada y el juicio del pueblo. Hoy más que nunca, la sociedad argentina tiene la necesidad de ver a los culpables presos. Porque eso será señal de que vamos sanando.

Créanme que no son suficientes las heladeras, son sólo muestras; ni los viajes de egresados gratis porque no hay ni credibilidad ni tiempo; ni el dinero enviado a los movimientos sociales alcanzará, porque parece mucho pero es poco, y encima, ante la posibilidad de una derrota segura, los punteros o líderes sociales se plantean en hacer girar esa perinola en cuyas caras solamente dice: TOMA TODO. Por eso están en las calles hoy.

La estrategia del oficialismo es crear un clima festivo y con ello hacer lógico un triunfo inexistente… Pero, ¿es probable que estalle, un par de semanas antes de la elección, un escándalo mayúsculo que involucre directamente al oficialismo?

Atentos todos los partidos opositores: son necesarios fiscales, veedores internacionales y todo aquello que evite una tentación para el oficialismo. Porque si el pueblo se duerme, este sueño será la pesadilla más larga de su historia.

Eduardo Salleras

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