ACTUALIDAD | 19 DIC 2025

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Argentina lleva más de 10 años sin crear empleo privado formal neto

Con casi 6 millones de personas en la informalidad, el estancamiento del empleo asalariado privado expone que el cambio de reglas es impostergable.




Mientras el empleo público y el trabajo independiente crecieron con fuerza en la última década, el empleo asalariado privado permanece prácticamente estancado. Es cierto que se necesita inversión y crecimiento para generar puestos de trabajo en relación de dependencia en el sector privado; pero, también, lo es que cuando estas circunstancias se han dado, la tasa de incremento de ese tipo de puestos respecto al crecimiento económico ha sido muy baja. En general, se suele utilizar el capital para minimizar el uso de mano de obra; lo cual no tiene sentido porque, en Argentina, el primero es escaso y, el segundo, no lo es. Así que la evidencia muestra que, sin cambios estructurales en las reglas laborales, el país no logrará generar empleo formal sostenible para las nuevas generaciones, los que hoy sobreviven con planes asistenciales y los que tienen un empleo público que no le es útil a la sociedad.

Debido a leyes y normas laborales precarias que han quedado en el pasado, el empleo privado formal productivo no creció en los últimos años. Como consecuencia, las personas tuvieron que ganarse la vida con empleo público (muchas veces un seguro de desempleo disfrazado y sin utilidad social) y el trabajo autónomo (independiente o monotributista) que no poseen la misma productividad que el sector privado. Además, la informalidad también se ha incrementado alcanzando hoy casi 6 millones de personas. Con todo, el empleo asalariado privado representa el 48% sobre el total del empleo (excluyendo monotributistas sociales y empleo informal) o el 33,8% sobre el total del empleo excluyendo únicamente a los monotributistas sociales.

El estancamiento del empleo privado formal no responde a falta de voluntad empresaria ni a shocks temporales, sino a un marco laboral que penaliza la contratación:

Iván Cachanosky, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso sostiene que “frente a este escenario, las empresas optan por no contratar, automatizar procesos o recurrir a esquemas informales”. El Estado, por su parte, absorbe empleo vía sector público, y muchos trabajadores quedan relegados al monotributo como forma de subsistencia más que de desarrollo productivo.

Por su parte, Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso sostiene que “la actual legislación laboral incentiva a las empresas a sustituir empleados por máquinas o tecnología, cuando el primero es escaso y, el segundo, no. Incluso, las PyMes tienden a hacer esto cuando consiguen financiamiento accesible; porque el riesgo de la litigiosidad laboral puede costarle la quiebra”.

Argentina lleva más de diez años sin crear empleo privado formal neto. El crecimiento del empleo público y del trabajo independiente no compensa esta falencia: la profundiza.

Si el objetivo es una economía con más productividad, mejores salarios y menor informalidad, la reforma laboral no es opcional: es imprescindible.